La
elección de Jorge Bergoglio como
nuevo Papa ha puesto en el candelero
a San Lorenzo de Almagro, club de
los amores de Francisco. Muchos se
preguntan cómo lo religioso puede mezclarse tanto con lo deportivo, pero en
Argentina cada persona tiene (exagerando) nombre, apellido, DNI y cuadro de
fútbol. Y por ello no sorprende que anteayer el Papa cerrara una entrevista en
una televisión italiana con un “y que gane San Lorenzo”.
San
Lorenzo fue fundado en 1908 en el
barrio porteño de Almagro bajo la inspiración del sacerdote Lorenzo Massa (si bien la ubicación
original fue en Almagro, este barrio luego se subdividió, quedando el club ‘santo’ en el entonces flamante barrio de Boedo). Sobre el padre Massa se hizo la
película ‘El cura Lorenzo’ (1954),
donde se cuenta su historia en la Buenos Aires de principio del siglo pasado. La
cinta, si bien tiene casi 60 años, soporta el paso del tiempo y, gracias a
Youtube, también puede verse en la red (es cuestión de gustos, pero es muy interesante como describe aquella época). Además del ‘Santo’, a San Lorenzo se le conoce como ‘El
Cuervo’, como a sus hinchas ‘cuervos’, por uno de sus fundadores (y el color negro de la
sotana).
De sobra es conocido que la contratación de los extraordinarios futbolistas vascos Ángel Zubieta e Isidro Lángara por parte de San Lorenzo en 1939 (ambos estaban exiliados tras la guerra civil) motivó que muchos españoles emigrados en Argentina simpatizaran con el ‘Ciclón’ (ambos fueron figuras, sobre todo Zubieta, que llegó a ser capitán del equipo y jugó allí entre 1939 y 1952). Por entonces a San Lorenzo se le empezó a llamar “el equipo de los gallegos” (también a Independiente de Avellaneda), sobre todo tras la exitosa gira por España entre 1946 y 1947. De aquel equipazo 'azulgrana' se enamoró Jorge Bergoglio cuando tenía diez años, como él mismo reconocería en el centenario de la entidad en 2008.
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Cartel del filme protagonizada por Ángel Magaña. Arriba, con gafas, el verdadero Lorenzo Massa |
Por
otra parte, la repercusión en los medios sobre Jorge Bergoglio me recordó a una historia,
también relacionada con lo eclesiástico, contada en el libro ‘Las anécdotas de fútbol / La Viruta’,
de Enrique Escande, Diego Borinsky y Carlos Werd (1999). En 1993 se inauguró la nueva cancha de San Lorenzo, quien carecía de estadio propio desde 1979, y era casi imposible poder conseguir una entrada para el evento... La trascribo a
continuación:
- Espectador privilegiado
El
1º de mayo de 1993, un simpatizante de San Lorenzo que no consiguió su entrada
para la fiesta de inauguración de las tres primeras tribunas del Nuevo
Gasómetro, se las ingenió para participar en la celebración desde un lugar
privilegiado.
El
hincha cuervo había gestionado la compra de la localidad casi a último momento
y sólo obtuvo respuestas negativas de los empleados del club y también del
tesorero, quien le juró por su madre que se habían agotado diez días antes y
que él mismo no tenía para regalárselas o vendérselas a sus amigos y
familiares, que lo estaban volviendo loco.
Tras
insistir hasta el cansancio y lejos de desilusionarse, el hincha aconsejó al
directivo que recordase bien su cara porque le iba a dar una sorpresa al
participar de la celebración "desde la mejor posición", ya que no
podía estar ausente en aquel acontecimiento histórico para el club. En la tarde
de aquel sábado lluvioso y húmedo, más de 10.000 personas asistieron a la
pre-inauguración del estadio –pese a que se habían puesto en venta sólo 7.000
entradas– y entre los dirigentes, invitados especiales, periodistas, jugadores
y viejas glorias sanlorencistas entró al campo de juego un cura, con impecable
sotana, que recorrió la cancha de punta a punta.
Había
llegado al lugar caminando por la avenida Perito Moreno, llena de policías -que
revisaban las localidades para neutralizar a los colados y evitar tumultos
frente a los portones del estadio-, quienes, al verlo, invariablemente lo
saludaban y pedían a los aficionados que le abrieran paso.
Saludó
al presidente del club, Fernando Miele, a los dirigentes de otras entidades
deportivas, autoridades y ex futbolistas con un "Dios los bendiga"
que a nadie llamó la atención.
En
el club, fundado el 1 de abril de 1908 por el sacerdote salesiano Lorenzo
Mazza, era lógico que un cura entrara libremente a sus instalaciones sin que
nadie le pidiese una credencial, entrada o identificación de ningún tipo. Otros
dos sacerdotes, vestidos con modernos trajes y encargados de bendecir el nuevo
estadio, lo miraban sin atreverse a preguntar nada mientras el falso cura se
paseaba de un lado a otro tratando de no llamar la atención.
"Yo
te dije que iba a venir y que te ibas a sorprender", dijo en determinado
momento el falso cura casi al oído del tesorero del club segundos antes de que
comenzara la ceremonia oficial en el centro de la cancha.
El
dirigente quedó impactado, pero seguramente pensó que si ordenaba ante 10.000
personas el desalojo de aquel singular personaje, vestido de sacerdote, podría
pasar el papelón de su vida y hasta generar una situación incómoda para los
otros miembros de la comisión directiva e invitados que llevaría mucho tiempo
aclarar, por lo que se hizo el distraído y evitó comentario con otras personas.
Cumplida
la ceremonia, el impostor se acercó a una de las tribunas cabeceras, repleta de
hinchas que minutos antes habían ovacionado a José Sanfilippo y a otros ex
futbolistas, extrajo de entre sus ropas una benditera e impartió la bendición a
la multitud.
Este
hecho provocó una ovación impresionante. Inmediatamente los hinchas corearon el
nombre del club, ante lo cual el falso cura no pudo mantener su circunspecta
postura y en una reacción que generó en primera instancia un breve silencio del
público, se desabrochó la sotana y mostró la camiseta azulgrana que llevaba
debajo. Fue el delirio.
Volvió
al centro del campo, saludó a los sorprendidos dirigentes e invitados y
emprendió la retirada. Pasó por el lugar donde estaba el tesorero y murmuró:
"Te avisé que iba a venir. Gracias por todo y viva San Lorenzo,
carajo".
El
"cura trucho" (*) era Horacio Romero, un fana de 49 años, vendedor de
diarios y revistas en el quiosco de las calles Juan de Garay y Santiago del
Estero, a quien sus amigos llaman "El Zurdo" o "El Loco".
Trabajó como sastre en Thompson y Williams y, según se comentó en el barrio de
Boedo, la sotana la confeccionó en tiempo récord su hermana modista. Días
después, cuando el periodista Juan José Panno lo encontró y logró hacerle una
entrevista para el diario Página 12, dijo que tenía dos opciones para entrar a
la cancha: vestirse de cura o de policía. Y agregó: "De policía,
jamás".
(*)
Trucho significa falso, apócrifo
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La imagen que desde el miércoles pasado se replicó en todos los medios: un Papa futbolero que en 2008 participó activamente en el centenario de San Lorenzo |
3 comentarios:
Qué bueno el cura trucho!!!
El cura trucho era el gran Horacio canillita de Constitución y un viejo vecino del barrio, a quien tuve el gusto de conocer, muy buena persona y tremendo fanático del Cuervo
Muchas gracias por el mensaje, no sabía su nombre. ¡Saludos!
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