
Esto último está directamente asociado a su afición: de las más viajeras de España (y de las mejor recibidas por su ejemplar comportamiento), de las más ruidosas y fieles.
En la presente temporada -la segunda consecutiva sin patrocinador principal- se están superando nuevamente las expectativas. Con un balance positivo en la ACB (6/5) y clasificados al Last 16 de la EuroChallenge, el equipo de Porfi Fisac engancha a través de un buen funcionamiento colectivo, con tres canteranos que aportan lo suyo y con la jerarquía individual de cracks como Gustavo Ayón o Kirk Penney. Todo conlleva a que acudir al pabellón sea sinónimo de pasárselo bien, afianzándose ese triángulo granítico conformado por plantilla, cuerpo técnico y aficionados.
Sin embargo, la derrota ante el CAI Zaragoza ha vuelto a disparar el viejo dilema sobre el comportamiento de los hinchas, algunos de los cuales abandonaron el Fernando Martín antes de la finalización de la segunda prórroga. Consultado en rueda de prensa sobre la cuestión, Porfi Fisac fue contundente: “Al público no hay que exigirle, hay que premiarle. Nosotros, los profesionales, los que cobramos por esto, somos los que tenemos que darle al público”.
Poco después, en zona mixta, Gustavo Ayón le explicaba al periodista Elías García Cepeda el encaramiento que tuvo con algunos hinchas sobre el final. “Lo que me ha molestado es que faltaban 40 segundos y había gente que ya se había ido. Es una falta de respeto. No sólo hay que apoyar al equipo cuando ganas, sino también cuando pierdes, que es cuando más necesitamos el apoyo”.
Las palabras del pívot mexicano, que habla como juega, de frente y con honestidad, recuerdan a las proferidas por Matías Sandes, quien el 9 de diciembre de 2009, después de la bochornosa caída ante el Joventut, lamentaba la reacción de parte del pabellón: “Jamás me había pitado mi propia hinchada. Un seguidor siempre tiene que apoyar a su equipo a pesar de las circunstancias. Es muy fácil alentar cuando el equipo va bien, ahí todos somos el hincha número uno”.
Está claro que el contexto de ambas situaciones es diferente. Ante el CAI el encuentro se había demorado por la rotura del tablero además de disputarse dos prórrogas, mientras que el día de la Penya marcaba una de las derrotas más humillantes del club en su historia. Pero igual vale el paralelo entre ambas declaraciones, que dejan de lado lo políticamente correcto para opinar en cuestiones que hacen al ADN propio del Fuenlabrada: su gran afición.
Una hinchada está compuesta por una masa de individuos, cada uno con su propia forma de entender el baloncesto (y la vida). ¿Deben animar siempre cualquiera sea el resultado? ¿Deben quedarse en sus asientos hasta el final de un partido que se alarga en el tiempo? ¿La afición siempre es soberana por pagar su entrada? La cuestión no es patrimonio exclusivo del Fuenlabrada sino que se extiende a las aficiones de todos deportes.
Así como debe partirse de la base de que cada uno es libre de hacer lo que quiera (siempre dentro del respeto), creo que lo único realmente grave son los insultos reiterados a árbitros o rivales. Nadie debería molestarse por si alguien decide marcharse cuando falten tres minutos para el final, ya sea por hambre, para no pillar atasco o cualquier asunto propio, en todo caso no lo comparto, básicamente porque si voy a ver un partido es porque disfruto viendo baloncesto.
Evidentemente todos queremos que nuestro equipo gane, pero el que asiste a un recinto deportivo debería entender que la derrota forma parte del juego, y que si se elige seguir al Fuenlabrada, en lugar del Barça o el Madrid, se acepta que los traspiés serán muchos, y que las victorias se disfrutarán el doble. Afortunadamente, en el último tiempo la parroquia fuenlabreña tiene motivos sobrados para celebrar, y por esa razón las palabras de Ayón adquieren cierta resonancia, las de un tipo humilde que pese a recibir cataratas de elogios y a estar en las quinielas de clubes pudientes 'pide' un tiempo muerto y lanza una advertencia del tipo ‘sí, somos todos unos fenómenos, pero aún podemos ser más grandes’.
Hay un grupo de jugadores que se deja el alma entrenándose en la semana para transformar en los partidos a un equipo de ‘bajo coste’ en uno capaz de plantar cara a los poderosos, un vestuario que consigue que gran parte de la España baloncestística le tenga simpatía a la ciudad de Fuenlabrada por lo que el equipo transmite en la pista. A esa plantilla sólo queda darle gratitud y respeto. ¿Qué cómo se traduce ‘gratitud y respeto’? Gustavo Ayón dio la clave.
7 comentarios:
Buenisimo articulo y acertada tu reflexión. Toca que todos pensemos y actuemos.
Si el partido hubiese acabado 1 hora antes estoy seguro de que la gente no se habría marchado antes del final. Ha habido muuuuchas derrotas antes que ésta y la gente nunca ha abandonado el pabellón. Se han juntado el retraso por el tablero y las 2 prórrogas. 4 horas desde que la gente llegó hasta que se marcharon es mucho tiempo.
Ayon es grande y tiene todo mi respeto y me parece muy bien que sea tan claro y pueda decir lo que siente.Al que le ofenda ajo y agua
Ya que Ayon es tan grande y tiene tanto sentimiento hacia el equipo que se permite criticar a la afición del Fuenla, supongo que rechazará ofertas de otros equipos, ya que tanto amor siente por Fuenlabrada. Ah no, que es un mercenario y se irá donde más le paguen. Critica la poca implicacion y luego se pira por pasta, el muy pesetero.
Gracias a los anónimos por la participación, pero por favor, mantengamos las formas. El que quiera también puede animarse y firmar su mensaje.
Mi familia y amigos nos quedamos hasta el final y aplaudimos tanto o mas que si el equipo hubiera ganado, por su entrega y espirutu de sacrificio, por otra parte entiendo a la gente que se marcho, los niños estaban cansados y tenian hambre.
Go Fuenla
Juan. f. Nicolas
Me parece que la postura más correcta es la de Porfi. Ayón, pese a tener razón en el fondo, en ese momento olvida que el grueso de la afición está con el equipo siempre, y no creo que mereciera la pena darle importancia a una situación que se ha dado en una situación muy concreta. Lo que más rabia me daría es que por esto, se pueda romper la excelente asociación que había entre afición y plantilla.
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