
La violencia en el fútbol argentino data desde sus albores. Las crónicas ya contaron los desmanes en el primer Boca-River jugado en 1913, altercados que obligaron también a suspender el primer superclásico de la era profesional en 1931 por peleas dentro y fuera del campo. Pero la pasión mal entendida no era patrimonio exclusivo de sólo dos equipos: todo el fútbol –la sociedad- estaba contaminándose de esta forma de violencia.
En un Lanús-Boca de 1939 llegaría el primer muerto de una lista que hoy ya supera los 250 difuntos vinculados directamente al fútbol. La cuestión es que los primeros guapos que se tomaban a golpes de puño fueron desapareciendo para dejar paso a partir de los años ’50 a otra clase de violentos: bandas delictivas organizadas con tintes políticos, con dirigentes corruptos y anuencia policial.
Ya en los ’60 los medios ya hablaban de ‘barras bravas’, en una espiral de violencia que se ha ido exacerbando hasta llegar al día de hoy, donde las barras campan a sus anchas y en muchos casos son los verdaderos dueños de los clubes.
El negocio de estas es tan grande que hoy el problema es otro, aún mayor: tantos billetes dando vuelta han propiciado que comiencen a matarse entre ellos dentro de la misma barra, como en el caso de Gonzalo Acro, asesinado por una lucha interna de ‘Los Borrachos del Tablón’.
La revista británica World Soccer, una de las ‘biblias’ del fútbol mundial, publica en su último número en papel un preciso reportaje elaborado por Joel Richards sobre la actualidad de las barras bravas.
Lamentablemente, el devaluado fútbol argentino, ése que supo aglutinar a todo un país tras el talento de su profuso semillero, sigue siendo noticia en el mundo por las sombras que amenazan su noche eterna.




1 comentario:
Ojalá se pueda erradicar la violencia del fútbol argentino pronto, aunque no sea tarea fácil
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